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La pandemia trajo consigo numerosos cambios en nuestras formas de vida. Tal vez uno de los más significativos, sobre todo durante los primeros meses de la crisis sanitaria, fue repensar el espacio que habitamos. La vida fuera de la ciudad pasó a ser una prioridad para aquellos que comprobaron que sus casas y entornos no cumplían lo que necesitaban en esos momentos y, tanto el campo como algunas localidades de menor tamaño que la capital, se convirtieron en alternativas más que atractivas en las que disfrutar de una vida pausada y con mayor espacio.
Fueron muchos los que entonces dieron el paso de apostar por vivir más apartados de los grandes núcleos urbanos, otros ya lo hacían desde tiempo atrás y algunos todavía hoy se lo están pensando. Es cierto que, al menos en el sentir general, ya quedan lejos esos días de encierro que marcaron un punto de inflexión en la forma de relacionarnos con nuestros hogares. Las ciudades han vuelto a ser centros vibrantes y con variadas opciones de ocio. Sin embargo, la vida en el área metropolitana sigue ofreciendo grandes ventajas y mantiene un pulso reñido con la vida en la gran ciudad. En Gopard hemos recopilado algunos de los motivos más decisivos que empujan a muchos compradores a apostar por vivir a las afueras, sobre todo en el caso de grandes ciudades como Madrid.
A medida que nos alejamos de los centros de las ciudades, los precios pasan a ser más bajos. Mientras que en Madrid capital resulta complicado encontrar inmuebles por debajo de los 2.000€ el m2, si nos desplazamos al extrarradio, podremos acceder a pisos y chalets de menos de 1.500€/m2, es decir, por un precio más acorde a la media del resto del territorio nacional. También el día a día en el centro madrileño conlleva un nivel de vida más elevado: supermercados, hostelería y ocio suelen ofrecer precios más altos que en localidades del área metropolitana.
La necesidad de espacio y luz fue uno de los grandes aprendizajes que muchos se llevaron de la pandemia. La vida fuera de las grandes ciudades permite poder acceder a viviendas más espaciosas y luminosas, algo que ha pasado a ser una prioridad para un gran número de familias.
La calidad del aire es también una de las principales preocupaciones en grandes ciudades como Madrid u otras capitales europeas que, desde hace ya años, intentan reducir los niveles de CO2 dentro de su núcleo urbano. Para ello, se han adoptado medidas que limitan la circulación de vehículos y protocolos anticontaminación que se activan cuando se superan los parámetros recomendados. En España, según el informe de 2021 de Ecologistas en Acción, se producen 30.000 muertes prematuras al año debido a la contaminación atmosférica, una cifra que duplica a la de hace 20 años.
El contacto con la naturaleza es una de las grandes ventajas de vivir fuera de la ciudad. Además de poder realizar deporte y actividades al aire libre en entornos naturales, los niveles de ruido son menores que en grandes núcleos urbanos y resulta más fácil disponer de jardín propio, incluso de un pequeño huerto, así como contar con espacio exterior para animales y mascotas.
Muchas familias eligen vivir fuera de Madrid por la comodidad para llevar a sus hijos a guarderías y colegios cercanos y por poder disfrutar de un entorno más seguro, rodeados de naturaleza y parques y con variadas opciones recreativas para los más pequeños.
La tranquilidad que se vive fuera de una gran ciudad y el evitar atascos o desplazamientos en transporte público en hora punta son factores que, sin duda, ayudan a reducir los niveles de estrés. Por eso, a raíz de la pandemia y con la llegada del teletrabajo, muchos apostaron por dejar la vida en la capital, trasladarse al campo o incluso convertirse en nómadas digitales.
La calidad de vida, realmente, está implícita en todas las ventajas que acabamos de enumerar de vivir a las afueras de Madrid. La tranquilidad, la naturaleza, la baja contaminación y una vivienda asequible y espaciosa, son valores importantes que tener en cuenta a la hora de elegir dónde establecernos. También lo es la comodidad de las distancias cortas, algo por lo que se lleva apostando años en París con el proyecto de Ciudad de 15 minutos (es decir, que a tan sólo un cuarto de hora se pueda disponer de hospitales, colegios, ocio y todo tipo de servicios), y que en localidades más pequeñas, queda cubierto con creces por el hecho de tener un tamaño más manejable y ser fácilmente paseable.
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